lunes, 9 de agosto de 2010

Bendita Locura

Creo que poco deportes son tan sacrificados como los Rallyes. Ya sea para el espectador como para los participantes. Simplemente partiendo desde el hecho que economicamente no ganas nada y si pierdes mucho ya te lleva una lista de incongruencias bastante extensa.

Obviamente el apartado económico se refiere solo a los participantes, porque para los espectadores este es el que menos (ciñéndonos solo a rallyes regionales o que se encuentre relativamente "cerca" y sea ir y venir en el día) puesto que si comparamos con ir a ver un partido de fútbol, baloncesto o Formula 1... el balance económico es bastante distinto. Mas caro y encima menos tiempo.


Pero salvando ese escollo económico para los espectadores (me centro ahora en ellos, luego lo haré en los participantes), poco mas que la increíble satisfacción y subida de adrenalina es lo que los cuneteros se llevan de beneficio. Por arañar algo mas de ingresos podemos destacar los preciosos paisajes que vemos en los cientos de kilómetros que nos hacemos, y estos paisajes no son pecata minuta.
Pero, como decía, salvando esto, los aficionados nos tenemos que tragar cientos y cientos de kilómetros (muchos mas de los que hacemos en una semana entera), hemos de esperar varias horas de pie a lo largo del día (muchas mas de las que esperaríamos a un autógrafo de Cristiano Ronaldo, o a un plato de jamoncito gratis). Pero es que no solo eso, es que también nos dejamos abrasar cuando hace un Sol de infarto, nos dejamos duchar cuando cae el diluvio que hizo que Noé construyese un maldito arca. A estas dos situaciones climatologicas hay que añadirle el que nos sintamos como en un horno microondas o dentro del camión de los helados. También somos capaces de cambiar nuestra dieta alimentaria e introducir en ella tierra y polvo, o nuestra higiene personal y echarnos un poquito de esa fragancia llamada Eau de Gasoline et Neumatique (perdonad el francés extremeñizado), que se nos impregna en toda la cara y brazos, y que hace que cuando nos secamos el sudor que nos cae por la frente en la manga de nuestra camiseta, aparezca una mancha negruzca. Un lamparon que nos acompañara en toda la jornada.

¿Y todo por que? Pues por ver un coche entrando al limite en una curva, o pasando desbocado con las suspensiones haciendo balanceos increíbles. Por ver como una persona es capaz de frenar un segundo después de donde indica la lógica, o conducir a 50 km/h por encima de donde indica el sentido común.
Por las cruzadas, los derrapes, las libradas, las apuradas, los cortes, pasar a 3 ruedas, pasar a 2, el sonido de los frenazos, el de las aceleraciones, el de escucharlos venir, el de escucharlos alejarse, ver el grito silencioso del copiloto mientras que canta la curva, y el baile de manos del piloto al contravolantear... Pero es que aun así, aunque demos mil motivos y sensaciones, sigue siendo algo imposible de explicar y exteriorizar. Algo que, a ese que no es cunetero, no le podemos contar. Porque esto es algo que hay que sentirlo, algo que hay que vivir... Porque todas las penurias se olvidan cuando los ves pasar... En ese momento no hay calor o frió, lluvia o Sol, solo hay PASIÓN.


Y a esa raza especial de ser humano, esos hechos de otra pasta como los toreros u otros compañeros de automovilismo (claro ejemplo el de Valentino Rossi)... Esos que se dejan 1000 en correr un rallye y con fortuna ganan 250 (en los equipos medianos-pequeños), o esos que se dejan mas de 2000 y ganan como mucho 1000 y poco mas... Esos que semanas antes están en sus talleres revisando pieza a pieza para que todo este preparado. Esos que salen a un rallye sabiendo que no van a ganar. Esos que vuelan por sitios donde tu no te atreverías ni a andar... encerrados en una jaula de metal, sujetos por arneses y enfundados en asfixiantes trajes. Que solo tienen una oportunidad porque cuando el coche se sale no hay un botón de "Reiniciar".
Si falla algo de las 1000 cosas que pueden fallar a lo largo de un rallye, pa casa. Es decir, que después de haberte gastado una pasta en inscripción, gasolina, neumáticos, entrenos, hotel, comida, asistencia... después de todo eso, si te sales en la primera puta curva del tramo... TE VAS PARA CASA.

Pero es que aun así, aunque pases tantas penurias, tantos contratiempos y tantas angustias... el pasar por una curva llena de publico, y ver como saltan, aplauden, o gritan. Terminar un tramo y abrazarte a tu compañero. Llegar a la asistencia después de un bucle y ver en las caras de todo el equipo una sonrisa de felicidad porque, a pesar de todo, seguimos adelante. Y sobre todo, y después de todo, terminar un rallye, llegar al parque cerrado, y picar en el chopo... eso... eso no tiene precio y no es equiparable a todo lo sufrido, porque el objetivo esta conseguido. Todo ha merecido la pena. En ese momento es cuando te acuerdas de todo y todos. Las horas en el taller, las conversaciones con los amigos sobre lo que le has hecho al coche, los descansos en los entrenos en medio de la sierra, los apoyos de los cuneteros, tu familia, tu equipo... Es entonces cuando ves que todo merece la pena, y que, aunque estés loco, eres el loco mas feliz del mundo. Y aunque no hayas ganado, eres un ganador y un afortunado.

Y por mucho que intente escribir, y por mucho que intente explicar, esto es algo que no se puede entender y que no se puede razonar. Simplemente hay que vivirlo, sentirlo y amarlo.

Pasión por los Rallyes.


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